fbpx

Blog

¡En el amor, en los propósitos y en el café es todo o nada!

Autor: Juan José Ávila Moncayo
KAFYH HOLDING CORP
CEO

Cursaba el tercer siglo después de cristo. En Roma un sacerdote cristiano en prisión, se enamoraba de la hija del carcelero, la historia tiene un final ambiguo, el sacerdote condenado a muerte y la mujer recuperando la vista, un almendro de flores rosadas, una tumba y una carta de amor firmada “de tu Valentín”, fueron códigos universales del amor puro que perviven hasta la actualidad.

Cuando hablamos sobre el amor y sus códigos, entendemos que se trata del lenguaje universal, que se manifiesta de miles de formas, que no encuentra barreras que lo detenga, pero si obstáculos con los que debe luchar, es por ello que, si buscamos un referente con una historia similar y que conserve la capacidad de ser universal, llega el escenario nada más y nada menos que El Café:

La humanidad y el café nacieron en el mismo lugar: Ethiopia, el humano ya era mayor y tuvo que recorrer muchos caminos antes de encontrar a su amada en el año 800, fue amor a primera vista, se servía oscuro y robusto, pasados los años esta relación afrontó prohibiciones en algunos lugares a donde llegaba, prohibiciones que a pesar de verse aminoradas aún persisten como pequeños sesgos: café y salud, café y religión entre otras; esto pasa cuando más se ama, existen prohibiciones de aquellos extraños celosos de los sentimientos que afloran entre las parejas.

Pero como un amor destinado el infinito, el café y el humano se aliaron para cambiar la historia, se dieron la mano en la revolución francesa e industrial, fundaron imperios y los vieron caer, crearon culturas, las impulsaron, hasta llegar a un amor maduro, una etapa de la relación en la que cada quien quiere conocer al otro, saber de dónde viene y cuál es su propósito, este amor se conoce como la cuarta ola del café y es nuestra realidad actual, ya el mundo ha sido conquistado, el amor ahora es más pausado, poético y distribuye sus raíces en el uno y el otro.

A manera de recuerdo en este día de San Valentín, me gustaría desempolvar esta historia de más de cien años de antigüedad: (Hesse, 1919) “Y me contó la historia de un muchacho enamorado de una estrella. Adoraba a su estrella junto al mar, tendía sus brazos hacia ella, soñaba con ella y le dirigía todos sus pensamientos. Pero sabía o creía saber, que una estrella no podría ser abrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar a una estrella sin esperanza; y sobre esta idea construyó todo un poema vital de renuncia y de sufrimiento silencioso y fiel que habría de purificarle y perfeccionarle. Todos sus sueños se concentraban en la estrella. Una noche estaba de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella y ardiendo de amor hacia ella. En el momento de mayor pasión dió unos pasos hacia adelante y se lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse pensó que era imposible y cayó a la playa destrozado. No había sabido amar. Si en el momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor, hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella.
(…)

Translate »
Open chat